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La leche puede producir distintas reacciones adversas en niños, entre los que destacan por su frecuencia tres:
- La Alergia a las proteínas de la leche de vaca: Se trata de un proceso inmunológico mediante el cual el organismo del niño reacciona contra las proteínas vacunas entre las que se incluyen la caseína, la beta-lactoglobulina y la alfa-lactoalbúmina. Suele producir náuseas, vómitos, dolor abdominal, diarrea y síntomas cutáneos generalmente en las dos horas siguientes a la toma de lácteos. En casos muy severos pueden llegar a aparecer síntomas respiratorios, hipotensión, etc. Suele tener buen pronóstico desapareciendo en el 80% de casos en un periodo medio de tiempo de 3 años.
- La Intolerancia a Proteínas de Leche de vaca: Es un cuadro de origen desconocido aunque se cree que también es de tipo inmunológico. Suele producir molestias inespecíficas digestivas: inapetencia, heces blandas, náuseas, a veces diarrea... Suele tener también muy buen pronóstico desapareciendo en casi todos los casos en 1-2 años.
- La Intolerancia a la Lactosa: Se debe a una deficiencia en la metabolización de la lactosa, bien de forma congénita (heredable) o más frecuentemente adquirida como consecuencia de procesos infecciosos que afectan la mucosa intestinal. Produce dolor abdominal, diarreas muy ácidas que irritan considerablemente las nalgas del bebé, mala ganancia de peso, etc. En la gran mayoría de los casos suele pasarse en unas semanas o a lo sumo meses.
En pacientes con alergia a proteínas de leche de vaca se pueden utilizar 3 tipos de fórmulas lácteas: Las altamente hidrolizadas, las fórmulas a base de soja y las fórmulas esenciales. Las dos primeras son las más empleadas y la elección de una u otra depende de cada Servicio de Alergia. Las fórmulas esenciales sólo se usan en caso de fracaso con las dos anteriores.
- Fórmulas altamente hidrolizadas (Ej.: Nutramigen) Son bien toleradas por el 99% de los niños pero aquellos que son muy sensibles pueden llegar a tener problemas con ellas, a veces incluso graves, pues al fin y al cabo son proteínas vacunas, aunque de menor tamaño que las originales. Además, tienen el problema añadido de un mal sabor por lo que, a veces, suelen ser rechazadas, al menos inicialmente, por los lactantes.
- Las fórmulas de soja (Ej.: Velactin) no tienen ninguna relación con las proteínas vacunas, poseen un mejor sabor pero en cambio, los especialistas en nutrición opinan que son menos proteicas y que, al contener ciertas hormonas vegetales, pueden afectar el desarrollo del niño.
- Las fórmulas esenciales, al contener sólo aminoácidos (la fracción más pequeña en la que se puede dividir una proteína), nunca producen problemas alérgicos. Sin embargo son productos caros, de mal sabor y que pueden conllevar ciertos problemas nutricionales a largo plazo.
Las proteínas de la leche de vaca se encuentran ampliamente extendidas en la actualidad y pueden hallarse como ingredientes enmascarados en muchos productos alimentarios. En el etiquetado, los epígrafes proteínas lácteas, proteínas de origen animal, caseína, caseinatos, etc. indican la presencia de proteínas de leche de vaca.
Reintroducción de leche a un niño con alergia a proteínas de leche de vaca.
Generalmente, suele hacerse una vez que los análisis (tanto pruebas cutáneas como analítica sanguínea) se han negativizado. Por ello es fundamental que un niño alérgico a la leche siga revisiones regulares por parte de un médico especialista en Alergia. En todos los casos, la prueba controlada de tolerancia (administrar la leche en cantidades conocidas) siempre debe hacerse en un entorno hospitalario, nunca se debe realizar en el domicilio del paciente por la posibilidad de que se presenten reacciones adversas.