• Alergia alimentaria y seguridad: ¿Qué pasa con las trazas?
  • 18 de Septiembre de 2019

    Alergia alimentaria y seguridad: ¿Qué pasa con las trazas?

    Texto de Laura Arguiz, Comité de Alergia Infantil de la SEAIC

    Las trazas alimentarias es un tema recurrente y difícil que ya hemos comentado en otras entradas del blog.

    La definición de traza se estableció por el Real Decreto 1245/2008: “no serán de declaración obligatoria en el etiquetado aquellos alimentos que estén por debajo del 2% del producto final, salvo las excepciones de los alimentos que producen alergia con más frecuencia”.  Estos alimentos alergénicos han sido establecidos posteriormente por el reglamento europeo 1169/2011, anexo II : leche, huevo, pescados, crustáceos, moluscos, frutos secos, cacahuete, soja, sésamo, mostaza, apio, cereales y apio.

    Según este mismo reglamento, “la Unión Europea debe contribuir a lograr un alto nivel de protección de la salud de los consumidores, así como la libre circulación de alimentos seguros y saludables.”

    Pues bien, gracias a recientes estudios publicados, la forma de conseguirlo para los pacientes alérgicos, puede no ser tan complicada.

    En Australia, gracias al estudio VITAL 2.0 publicado en 2014 (1), han establecido una dosis con la que se espera que sólo el 1% de los pacientes alérgicos a ese alimento reaccione. El cálculo está basado en 55 estudios de pruebas de tolerancia oral alimentaria en su país. Han conseguido establecer la dosis para los siguientes alimentos: 0.2 mg de proteína de cacahuete, 0.1 mg de proteína de leche, 0.03 mg para huevo y 0.1 mg para avellana.

    Gracias a un método publicado en un estudio en The Journal of Allergy and Clinical Immunology Agosto 2019 (2) y desarrollado por Netherlands Organisation for Applied Scientific Research (TNO) y The Food Allergy Research and Resource Program (FARRP) en la Universidad de Nebraska-Lincoln; podemos ser capaces de estandarizar el valor de las trazas para cada alimento en nuestra población.

    Consiste en aprovechar las pruebas de tolerancia oral realizadas en la práctica clínica habitual no sólo para comprobar si el paciente es alérgico o no, si no también para calcular la dosis a la que el 1% o el 5% de los pacientes alérgicos a un alimento concreto reaccionaría.

    Para realizar este cálculo, para cada sujeto alérgico a un alimento en una prueba de tolerancia debemos recoger la dosis máxima tolerable y la dosis mínima que produce una reacción. Ambas dosis se pueden calcular gracias a las directrices con ejemplos que ofrece el artículo en las tablas adjuntas (en función de síntomas objetivos o subjetivos, dosis entre síntomas etc.), directrices estipuladas tras realizar pruebas de tolerancia a lo largo de 20 años.

    Para una correcta estimación de las distribuciones de dosis umbral basadas en la población, para cada alérgeno se necesitaría una muestra representativa de al menos 20 o 30, pero idealmente 60 pacientes.

    Éste proceso ya ha sido llevado a la práctica con el cacahuete por el Dr. Hourihane en Irlanda (3), lo que le permitió calcular la dosis a la que se espera que el 5% de los pacientes alérgicos a cacahuete reaccionen (ED05). En un segundo paso, realizó una prueba de tolerancia oral abierta a 387 pacientes alérgicos a cacahuete (sin selección previa) con una única dosis igual a la ED05 calculada de cacahuete. El resultado fue que sólo 8 de 387 pacientes reaccionaron a esa dosis (es decir, 2.1% en vez del 5% esperado), concluyendo que el método es suficientemente conservador para establecer medidas poblacionales de control de riesgo.

    “La legislación sobre información alimentaria debe proporcionar flexibilidad suficiente para mantenerse al día sobre las nuevas exigencias informativas de los consumidores y garantizar el equilibrio entre la protección del mercado interior y las diferencias en la percepción de los consumidores de los Estados miembros.” dice el reglamento anteriormente citado.

    Nosotros creemos que con este nuevo estudio, podríamos encontrar puntos de corte para cada alérgeno en la población española. Proporcionando estos datos al Ministerio, podría ajustarse la definición de “traza alimentaria” al menos para los alérgenos más prevalentes (leche, huevo, frutos secos…) y modificar las etiquetas de los productos que se comercialicen en España. Así conseguiríamos que nuestros pacientes alérgicos estén protegidos y sepan exactamente qué alimentos pueden consumir con seguridad.

    “Los mayores logros de la humanidad han ocurrido por hablar y sus mayores fracasos, por no hablar” – Stephen hawking

     “Me enseñaron que el camino del progreso no es ni rápido ni fácil” – Marie Curie

    Laura Arguiz Álvarez

    Comité de Alergia Infantil. SEAIC

    1. Allen KJ, Remington BC, Baumert JL, Crevel RWRR, Houben GF, Brooke-taylor S, et al. Allergen reference doses for precautionary labeling (VITAL 2.0): Clinical implications. J Allergy Clin Immunol [Internet]. 2014;133:156–64. Available from: http://dx.doi.org/10.1016/j.jaci.2013.06.042
    2. Westerhout J, Baumert JL, Blom WM, Allen KJ, Ballmer-Weber B, Crevel RWR, et al. Deriving individual threshold doses from clinical food challenge data for population risk assessment of food allergens. J Allergy Clin Immunol. 2019 Aug. doi: 10.1016/j.jaci.2019.07.046
    3. Hourihane JO, Allen KJ, Shreffler WG, Dunngalvin G, Nordlee JA, Zurzolo GA, et al. Peanut Allergen Threshold Study (PATS): Novel single-dose oral food challenge study to validate eliciting doses in children with peanut allergy. J Allergy Clin Immunol [Internet]. 2017 [cited 2017 Feb 27];139:1583–90.
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